Ese gesto relajado con los párpados cerrados. Su cuerpo sumergido en las
aguas acariciando su piel sin mi permiso, la odio. El cabello baila con las
ondas que provocan mis propios dedos paseando por la piel. Bella, inmaculada
tras limpiar el cuerpo a conciencia.
Sin poder evitarlo separo los muslos adelantando las yemas más y más
hacia el centro, ese rincón escondido. No puedo ni quiero evitarlo, sujeto un
seno en la palma apretándolo, deformándolo con cierta firmeza hasta que mis
falanges se deslizan rozando el pezón erecto. Lo pellizco, me deleito con la
sensación rugosa haciendo que no pueda soportar la tentación de metérmelo en la
boca y eso mismo hago, deslizando primero la lengua para después apretarlo
entre mis dientes tirando hasta soltarlo. Es una delicia, sabes a.. no lo sé,
pero algo dentro de mi está prendiéndose, me incita a seguir pecando en las
curvas de tu cuerpo.
Noto mi sexo mojado contra las bragas, el cómo sube la temperatura de mi
cuerpo y sé en ese preciso momento que no podré parar.
Un poco más, sólo un poco más y ya estoy tocando los pliegues, rozando
los labios menores en busca de ese pequeño hueco que sé me llevará al paraíso y
así es. Cuando los hundo, noto la rigidez, las líneas que surcan la cueva de la
que estoy apoderándome. Ese bultito pequeño, suave, intenso que al presionarlo
sé que empujará tu clítoris haciendo que se descapuche un poco más, lo hago
buscando instintivamente con el pulgar rozar.
Es cuando empieza un baile, un mecer en las aguas empujando al tiempo
que busco tu boca, me apodero de ella hundiendo la lengua en busca de la tuya.
¿Qué me pasa? ¿Por qué me siento así? Sólo deseo meterme en la bañera contigo,
pegar mi cuerpo al tuyo y mecernos juntas hasta llegar al orgasmo.
Así lo hago. Con las manos empapadas me desprendo de la ropa tirándola
al suelo sin miramientos y me meto contigo, está fría el agua pero sin embargo
el ardor de mi cuerpo apenas me hace sentirlo. Sin tardar demasiado, me acoplo
para que mi sexo deseoso esté en constante roce con la pierna, frotándome
cuando mis manos han vuelto a apoderarse de ti, de cada rincón, de cada pedazo
de carne que a Mi me plazca. Gemidos, quejidos incluso salpicando, haciendo que
la bañera se desborde empapando las ropas, el suelo.. cómo empapado está mi
coño a punto de correrse.
Todo llega, incluso el intenso, poderoso estallar haciendo que me sacuda
sobre ti, vierta mis flujos sobre tu pie marcándote mía y al terminar, me quedo
unos segundos con la cabeza apoyada en tu hombro procurando recobrar la
respiración, incluso la compostura que claramente he perdido.
Salgo y aún desnuda, empapada, comienzo el mismo ritual. Guantes, jabón
y estropajo. Debo dejarte limpia, borrar cualquier rastro de mi pecado. Cuando
vacíe la bañera, te dejaré ahí, con una mano sobre tu sexo cubriéndolo para que
pueda encontrarte quién pueda o te pudras para los restos.
Texto: D.